Spencer Tracy
Spencer Bonaventure Tracy (Milwaukee, Wisconsin; 5 de abril de 1900 - Los Ángeles, California; 10 de junio de 1967)
Cuando Spencer Tracy participó, siendo apenas un adolescente, en la Primera Guerra Mundial no podía imaginar, ni por asomo, que acabaría siendo una de las grandes estrellas de ese nuevo arte llamado cine. Tampoco que todos le considerarían uno de los mejores actores de todos los tiempos. Su llegada al mundo de la interpretación fue totalmente casual. Cuando dejó la Marina, participar en una representación teatral en el centro donde estudiaba (The Ripon College) cambió su vida para siempre. Una vez instalado en Hollywood y dueño de una reputación profesional intachable, definió la profesión de actor con una frase que se instaló para siempre en el imaginario colectivo. "Conoce tus líneas y no tropieces con los muebles". Así era de fácil, para él, su forma de vida. Su vida personal, sin embargo, ya era otro cantar, porque no fue ni tan sencilla ni tan fácil.
Casado con su mujer, Louise Ten Broeck, desde los 23 años (mucho antes de convertirse en uno de los grandes del cine), siempre sintió un compromiso forzado con ese matrimonio. Con ella tuvo varios hijos, entre ellos uno que nació con sordera y del que tuvo que cuidar especialmente. Su firme creencia católica jamás le permitió dar carpetazo a un matrimonio que era una mera fachada; la de una pareja que ocultaba sus muchos demonios internos.
Spencer tuvo amantes y abusó del alcohol durante los primeros años de su matrimonio, y su mujer siempre consideró más importante su escaparate conyugal que su propia salud mental. También cuando el actor comenzó la que fue su relación más conocida junto a Katharine Hepbum. Se conocieron en 1942, cuando los presentó John Huston en los platós de la Metro Goldwyn Mayer situados en Culver City. Tras su infructuoso paso por Universal, Tracy se había convertido en un auténtico baluarte para el estudio del león gracias a películas como 'Capitanes intrépidos' o 'Forja de hombres', por las que ganó dos Oscar consecutivos. Cuando Huston le presentó a Kate, Spencer estaba a punto de rodar su primera película con ella, 'La mujer del año'. La actriz, siempre deslenguada y espontánea, dijo que le parecía más bajito de lo que pensaba. "No te preocupes, Kate, él te pondrá a su altura", le respondió John Huston. A partir de ese momento, se inició una relación personal y profesional (ahí están títulos como 'La costilla de Adán' o 'Mar de hierba' para demostrarlo) que fue silenciada por la prensa rosa durante 25 años.
El respeto que tenían por ambos hizo impensable que se llegasen a publicar fotografias de un amor adúltero que se dejaba ver en la pantalla. La Hepbum casi siempre encarnaba el ideal de feminista del noroeste de Estados Unidos y Tracy la doblegaba sin sofocar su espíritu igualitario. El binomio funcionó a la perfección, pero muchos se preguntaban cómo alguien tan rebelde como Katharine Hepbum podía achantarse tanto ante alguien como Spencer Tracy. Y es que ella aceptó ser 'la otra' incluso en las condiciones más desfavorables. La lista de cosas que hizo por amor a él es interminable: la actriz soportó el alcoholismo del actor y sus escarceos con otras mujeres. Su afición a la botella empezó en la adolescencia, cuando incluso frecuentaba la compañía de bandas callejeras, y coleó hasta bien entrada su madurez, cuando era alguien hermético que parecia estar torturado por algo que ni siquiera él mismo podia explicar. Hepburn también accedió a que su nombre fuese por debajo del de Spencer en las cintas que ambos compartieron. Además, vivió una especie de retiro (impensable en alguien adicto al trabajo como era ella) a principios de los 60 para cuidar de él. De hecho, cuando regresó al cine, lo hizo de su mano, en aquella 'Adivina quién viene esta noche' que se convertiría en la última película que rodaron juntos. Tras el mito romántico del idilio imposible, existen voces discordantes que lo ponen en duda.
El famoso proxeneta Scotty Bowers, que publicó unas memorias escandalosas sobre las estrellas de Hollywood. Además, adujo que la tortura interna del actor tuvo que ver con este aspecto y que incluso su relación 'oculta' con Hepburn no fue mas que una maniobra de la Metro para ocultar el lesbianismo de ella. Sea como sea, ambos han pasado a la historia del siglo XX como el ideal de matrimonio americano aunque jamás pasasen por el altar.
En el libro Servicio completo. Scotty Bowers recuerda cuando Tracy lo llamó para que arreglan el depósito de agua caliente en su casa. Mientras Bowers reparaba el calentador de agua, Tracy bebió una botella completa de whisky. Bowers le ofreció cocinar para él y Tracy abrió otra botella de whisky. Entonces, Tracy se le insinuó a Bowers. Hollywood a las que supuestamente prestó servicio, siempre aseguró que Tracy era gay. Además, adujo que la tortura interna del actor tuvo que ver con este aspecto y que incluso su relación 'oculta' con Hepbum no fue mas que una maniobra de la Metro para ocultar el lesbianismo de ella.
Bowers escribe, "El comenzó a desvestirse y me suplicó que no lo dejara. No tuve corazón para negarme". Bowers se desvistió y se metió en la cama con Tracy, que estaba muy ebrio y no se le entendía. Bowers trató de calmarlo, pero según las palabras de Bowers Tracy "colocó su cabeza sobre mi ingle, agarró mi pene y comenzó a mordisquear mi prepucio". Unas cuantas horas más tarde, Bowers despertó con el sonido de Tracy tambaleándose alrededor del dormitorio tratando de encontrar el baño para orinar. Bowers dijo: "Él intentó buscar de manera torpe el interruptor de la luz, pero no lo encontró, así que solo empezó a orinar. En un momento estaba orinando contra las cortinas, luego dentro de un closet abierto y después por toda la alfombra. Finalmente cayó en la cama e inmediatamente lo venció un sueño profundo y empezó a roncar como un tren expreso".
Bowers continuó teniendo relaciones sexuales con Tracy, lo cual siempre incluía a Tracy bebiendo hasta caer en un aletargamiento. Bowers dijo, "El gran Spencer Tracy fue otro hombre bisexual, un hecho que el departamento de publicidad del estudio ocultó por completo. Eso, si es que alguna vez, en lo más mínimo, lo llegaron a saber". Respecto a su vida, Spencer Tracy fue también gran amigo de Clark Gable, una persona querida en la profesión y un liberal que nunca estuvo de acuerdo con la nefasta caza de brujas que persiguió a los comunistas de Hollywood.
Cuando rodó 'Adivina quién viene esta noche' junto a su amada Kate advirtió al director, Stanley Kramer, que no seria fácil terminar la pelicula. Por entonces ya padecía cáncer y se sentía tan cansado que le costaba horrores finalizar con éxito cada día de rodaje. Murió sin ver terminada la película, un 10 de junio de 1967, a los 67 años. El dolor de Katharine Hepburn fue tal que jamás fue capaz de ver la cinta en los 35 años que sobrevivió a Tracy.
En la década de los 80, cuando pudo hablar abiertamente de su relación con el actor, siempre tuvo claro que reivindicaría aquella pasión hasta el último de sus días. "He tenido suerte, he amado y he sido amada, ¿verdad, Spencer?", aseguraba ante un busto suyo y delante las cámaras de un documental que protagonizó en su vejez. Cierta o no, la relación de Katharine Hepbum y Spencer Tracy ha pasado a la historia como un ideal; el ideal de pareja formada por el conservador razonable y la testaruda rebelde; como el dúo que se complementaba a la perfección. Si su amor fue verdadero o solo una leyenda, es un secreto que ellos mismos se llevaron a la tumba. Pero, en el caso de Hollywood, y como diría el John Ford de 'El hombre que mató a Liberty Valance', 'imprime la leyenda'.
Hollywood, un sistema en el que parecer adúltero, como se esforzaban, por ejemplo, en hacer creer que lo eran Spencer Tracy y Katherine Hepbum, era preferible a pasar por gay. Tracy, dice Scotty Bowers (Fotografía), que era un devoto católico y estuvo siempre casado con la misma mujer, se acostó con él centenares de veces pero a la mañana siguiente siempre decia "no recuerdo nada. Iba tan borracho".
Tracy "era un buen jodido amante. El gran Spencer Tracy era otro bisexual". Tras una gran borrachera en la que Tracy se sinceró sobre lo mal que lo trataba Hepburn, "le desvestí, me desvestí yo también, me metí en la cama y le abracé fuerte como a un niño. Siguió babeando y maldiciendo y quejándose. Había bebido tanto que yo apenas entendía ni una palabra de lo que decía.
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